La técnica fue creada entre los años 2005 y 2009, entre España y los Estados Unidos. Su principal autora es la profesora Alicia Quaini, y fue apoyada por un grupo de investigación en el cual participaron autores importantes como Ulises Diego Ayala, PhD, del Imperial College de Londres, y la incorporación hacia el final de Thalía Fernández, PhD, directora del Departamento de Neurociencias de la UNAM, México.
¿En qué se basa?
Estamos hechos de memorias y esas memorias condicionan nuestro sentir, nuestras acciones y nuestras decisiones.
Algunas memorias están impregnadas de emociones negativas que las convierten en dolorosas, compulsivas y dictatoriales. Nos hacen hacer, sentir o pensar lo que no queremos. Como consecuencia, nos sentimos incómodos y no somos felices.
A través de los procesos de la técnica, esas memorias se localizan y se les borra la carga emocional negativa.
Por otro lado, estamos dotados de una mente que influye en el cuerpo; eso está bastante claro. Lo que tal vez no está tan claro es que el vínculo es bidireccional, y es que estamos también dotados de un cuerpo que influye en la mente. Por lo tanto, podemos usar el cuerpo para modificar memorias con emociones perturbadoras.
¿Cómo se hace?
Eso se lleva a cabo con movimientos y posturas precisos y combinados de ojos, manos, brazos, pies y piernas. Es una cuestión mecánica. No hay procesos de conversar, convencer ni teorizar. No es psicología. Estos movimientos se ejecutan de una manera meticulosa, organizados en protocolos y en un orden adecuado a cada circunstancia, con lo cual la desvinculación emocional y sus resultados se producen adecuada y exitosamente.
No se usan fármacos. Se hace en poco tiempo. No tiene contraindicaciones que se hayan encontrado hasta ahora, y promueve una mejoría notable en la gran mayoría de los individuos.